La comida era variada e interminable y nosotros, que casi no comimos el día de la boda (os confieso que yo sólo tuve tiempo de no desayunar, comer 2 galletas y cenar lo que vuestros ojos vieron) teníamos hambre!
Paramos en un supermercado donde exploramos las frutas más exóticas y desconocidas y terminamos en un mirador con dudosos cimientos (palos de madera).

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