Desde la reubicación de tus órganos vitales (que, generosos con tu futuro hijo, ceden espacio al útero) hasta la fabricación intensiva de hormonas que viajan por tu cuerpo anunciando “¡estoy embarazada!”, como las que permiten que se mantenga la gestación (progesterona), o que los tejidos se vuelvan más elásticos para poder dilatarse durante el parto (relaxina), o la que desencadena las contracciones (oxitocina), o la que provoca que se desarrollen los senos y se preparen para lactar (prolactina).
Dani Fernández
Hace 2 meses
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