Sumergiéndonos en la cultura jamaicana, despertamos con un suculento y a la vez increíble paisaje en el resort, 
quizás un poco eclipsado por el maravilloso buffet libre, donde para qué negarlo, NOS PUSIMOS MORADOS!!La comida era variada e interminable y nosotros, que casi no comimos el día de la boda (os confieso que yo sólo tuve tiempo de no desayunar, comer 2 galletas y cenar lo que vuestros ojos vieron) teníamos hambre!
Descansamos un poco, asistimos a la presentación que el hotel nos ofreció (donde conocimos a los valencianos Héctor y Sandra, nuestros amigos ya desde entonces casi inseparables) y nos apuntamos a un viaje gratuito rumbo a Montego Bay, lleno de casas de colores, mucha pobreza y artistas que venden vasos (que son verdaderos trozos de tallos de mambú) dibujados con su impronta personal con tan sólo una navajita.Paramos en un supermercado donde exploramos las frutas más exóticas y desconocidas y terminamos en un mirador con dudosos cimientos (palos de madera).
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