Los expertos aseguran que es mejor no acostarse hasta que no tengamos sueño y, para que éste llegue, es aconsejable relajarse un tiempo antes. Leer, escuchar música o ver televisión pueden ayudar a dejar atrás el estrés diario y prepararnos para el descanso. Por el contrario, actividades estimulantes como el ejercicio físico, no son aconsejables en las últimas horas de la noche.
Para conciliar el sueño, las relaciones sexuales, en el caso de las mujeres, no son demasiado recomendables. Los expertos exponen que el sexo es positivo para el hombre antes de dormir ya que, tras alcanzar el orgasmo, entra en una rápida fase de relajación. En cambio, la mujer permanece estimulada por más tiempo, lo que puede conllevar dificultades para relajarse y conciliar el sueño.
Un pequeño truco es tomarse un buen vaso de leche antes de irse a la cama ya que contiene un aminoácido que facilita la secreción de melatonina, que es la hormona del sueño.
Actualmente las opciones de tratamiento son en su mayoría tranquilizantes como las benzodiazepinas. Existe un nuevo fármaco, agonista de la melatonina, que podría revolucionar el actual arsenal terapéutico contra el insomnio, pero para mí, son siempre más aconsejables los métodos naturales.
La melatonina es una hormona segregada por la glándula pineal. Una de sus funciones más características es la regulación del reloj biológico humano: su secreción varía durante el ciclo de 24 horas con una producción alta por la noche y prácticamente nula durante el día, ya que la luz inhibe su síntesis. Gracias a esta capacidad para regular los ritmos biológicos y a su acción sedante, esta hormona es eficaz en la inducción del sueño.
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